Los periodistas haitianos sufren una cruel carencia de recursos financieros, una falta de apoyo económico por parte de las instituciones y un difícil acceso a la información. Atrapados entre una ola de violencia sin precedentes y una profunda crisis social, económica y política, son el blanco de bandas criminales, y víctimas de amenazas, ataques, secuestros o asesinatos, con total impunidad.
Panorama mediático
La radio es el medio más popular en Haití. Más de 700 cadenas de radio y televisión emiten en el país, pero sólo la mitad trabaja legalmente con una licencia de la Conatel, el organismo regulador de las comunicaciones. El gran grupo de medios públicos del país es la empresa nacional de radiotelevisión RTNH. Haití no cuenta con grandes conglomerados mediáticos como otros países, pero se han creado varios grupos en torno a cabeceras de ámbito nacional: el grupo Le Nouvelliste (que incluye al diario, Ticket Magazine, y publicaciones digitales) y Le Nouveau Matin SA (Le Matin, Spotlight Magazine, y medios digitales) conviven con Caraïbes FM, que reúne siete emisoras y dos canales de televisión, confirmando la tendencia de las principales radios a desarrollar sus propias cadenas de televisión. Con el auge de Internet, los medios digitales han experimentado un crecimiento significativo.
Contexto político
Haití lleva varias décadas asolado por una profunda crisis política y social. Desde la dimisión del primer ministro Ariel Henry en marzo de 2024, se ha establecido un Consejo Presidencial de Transición para restaurar el orden y organizar elecciones. Sin embargo, han surgido divisiones internas. La violencia de las bandas se ha recrudecido, y éstas ya controlan hasta el 85 % de Puerto Príncipe y extienden sus ataques más allá de la capital. Esta situación ha agravado la crisis humanitaria, con más de 700 000 personas desplazadas y una inseguridad alimentaria que afecta a casi la mitad de la población. Se han desplegado esfuerzos internacionales, incluida una misión multinacional dirigida por Kenia, para apoyar a la policía haitiana, pero persisten los desafíos debido a la complejidad de la crisis y a las tensiones políticas internas. En este contexto, el Estado de derecho se encuentra gravemente debilitado y la libertad de prensa está constantemente amenazada. Los periodistas ejercen su profesión en un clima de extrema inseguridad, sin garantías de protección ni de justicia frente a la violencia que sufren.
Marco legal
La Constitución garantiza la libertad de prensa, pero en la práctica los periodistas se enfrentan a numerosas dificultades. Incluso cuando informan a las autoridades competentes sobre amenazas de muerte creíbles, estos casos raramente van más allá de una simple presentación de denuncia, y los profesionales de los medios quedan desprovistos de medidas legales que protejan su seguridad.
Contexto económico
Desde hace aproximadamente un siglo, Haití es uno de los países más pobres del continente americano. Su economía, basada fundamentalmente en la agricultura, es muy vulnerable a los eventos climáticos. El país también es muy dependiente de las ayudas internacionales y de las remesas de los migrantes. El periodismo es uno de los empleos peor remunerados. Con la excepción de los empleados de los medios públicos y algún medio privado, los periodistas tienen dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas.
Contexto sociocultural
Haití es un país culturalmente rico (arte, música, danza, teatro, etc). Estos recursos son un factor de desarrollo, pues muestran una imagen diferente del país y atraen a los turistas. Las infraestructuras de la isla se ven dañadas regularmente por las sucesivas catástrofes naturales.
Seguridad
La seguridad de los periodistas en Haití se ha deteriorado considerablemente, lo que convierte al país en uno de los más peligrosos del mundo para ejercer este oficio. Los profesionales de los medios son blanco de las bandas y son víctimas habituales de amenazas, ataques, secuestros o asesinatos. Arriesgan sus vidas, ya sea durante la cobertura de acontecimientos o en las sedes de sus medios, que también son atacadas. En ausencia de un Estado de derecho, esta violencia creciente se comete con total impunidad. A medida que el control de las bandas se extiende por la capital, Puerto Príncipe, los periodistas se ven confinados a unos pocos barrios donde aún pueden realizar su trabajo, y no sin riesgo. Muchos de ellos han tenido que resignarse al exilio.